Cómo gestionar las emociones en niños
Soy Ángela Villalobos, psicóloga, docente y futura mamá. En mis redes sociales @psico.educa o en mi blog, podréis encontrar contenido y recursos relacionados con educación, psicología y crianza. Siempre desde una perspectiva que busca ayudar, crecer y compartir con mi comunidad.
La gestión emocional es algo fundamental en cualquier ser humano. Reconocer, comprender y abordar las emociones será clave para disminuir posibles dificultades emocionales, sociales o psicológicas.
¿Por qué es importante la gestión de emociones en los/as niños y niñas?
Desde la infancia es fundamental acompañar a los más pequeños en esta gestión. La educación emocional es, por tanto, clave en el desarrollo infantil. Un mayor manejo de las relaciones sociales, del propio bienestar, un autoconcepto positivo y una comprensión general de los acontecimientos cotidianos será posible si la gestión emocional se trabaja como tal.
No obstante cabe remarcar que los niños aprenden mayoritariamente por imitación. Por tanto, para ayudarles en esta gestión emocional nosotros, los adultos, debemos ser ejemplo y tener un control de estas, si no, el impacto será menor. Es difícil pretender enseñar algo que nosotros mismos no somos capaces de abordar. Por eso, la gestión emocional debe nacer primero de dentro del adulto.
5 tips para ayudar a tu hijo/a en la gestión de emociones
- ¿Qué/cuáles son las emociones? Explícaselas. Puedes trabajar previamente el reconocimiento a través de otros formatos como son los cuentos, películas o la reflexión diaria de cualquier escena que se pueda presenciar. Trata de relacionar esas emociones generales que conoce: alegría, tristeza, ira… Con lo que le ocurre a él/ella poniendo ejemplos cotidianos. Recuerda además que la edad es importante. Comprende que las rabietas son muy frecuentes en los primeros años de vida, así como que el entendimiento de emociones secundarias no se dará hasta más adelante. El tipo de recursos, de situaciones y por tanto de reacciones variará con el tiempo. No le exijas más de lo que probablemente pueda comprender.
- Observa a tu hijo/a. Puede parecer sencillo pero a veces no lo es. Nadie mejor que tu para ayudarle a reconocerse. Por tanto, detecta en él/ella aquellas cosas que le gustan, que no le gustan y qué emociones le generan. Verbalízalo en voz alta. ¿Estás pensativo/a? ¿No te ha gustado esto que ha ocurrido? ¿Por qué? Charla con él o ella sobre eso que estás observando en su persona. Aprovecha y relaciónalo con las emociones que habéis reconocido en otros momentos. Valora si es un buen momento para abordar el tema o mejor, darle espacio y hablarlo más adelante.
- Tu figura es clave. Tu postura, tu actitud, tu lenguaje, tu tono de voz… son factores pueden influir directamente sobre las reacciones y conductas del niño/a. Por tanto, trata de trabajarlas. La paciencia, utilizar una disciplina positiva y a su vez gestionar tus propias emociones son también clave en la gestión emocional de tu hijo/a.
- Respeta los tempos. Permítele llorar, reír, enfadarse y sobretodo, que lo comunique. Pregúntale. Dale espacio en caso de que lo necesite, respeta lo que necesita siempre que sea posible. Eso sí, diferencia la conducta o acción de su emoción o sentimiento. Si bien debemos aceptar y validar cómo se siente y no juzgar los sentimientos y emociones puesto que son “incontrolables”, no debemos validar o aceptar cualquier acción ni pasarlas por alto. Es decir, acepto que estés enfadado y que sientas mucha ira, que necesites llorar o explicar qué te ocurre pero esto no te permite romper objetos, gritar, agredir u otras actuaciones no permitidas. Hacerle ver la diferencia entre una cosa y otra es clave. No es sencillo puesto que es esencial que el no validar la conducta no se confunda con no validar y respetar lo que siente.
- Siempre la autoestima y el apego juegan papeles fundamentales en lo que a emociones y bienestar se refiere. Por tanto, no crees una imagen negativa de tu hijo/a sienta las emociones que sienta. No juzgues sus sentimientos ni emociones. Comprende su situación y muéstrate cercano/a. Además dedícale tiempo, genera un vínculo seguro y sano. Charla, permítele equivocarse, juega con él/ella, ayúdale cuando lo necesite y en definitiva, muéstrate presente en su día a día compartiendo momentos con él/ella. Aunque parezca algo sencillo no siempre lo es.
En definitiva, la gestión emocional es una tarea realmente complicada tanto en mayores como en pequeños. Por ello trabajarlo desde la primera infancia nos ayudará a un desarrollo más saludable y a una mejor gestión global del día a día. Ser capaz de autorregularse y controlar la respuesta que damos a nuestras emociones es un nivel muy avanzado dentro de la gestión emocional. Para favorecer todo este aprendizaje recuerda que como adultos debemos ser ejemplo y también nuestras relaciones tanto dentro como fuera de casa, forman parte de este ejemplo.
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